Lo que aprendí del adiós

06.05.2025

Hay cosas que sólo se comprenden cuando alguien se va.
Hay palabras que duelen… pero también enseñan. 
Cada adiós trae consigo una lección. No siempre llega enseguida, pero siempre llega. Este es un rincón para lo que no se dijo, para lo que dolió, y para lo que florece después, se transforma y se vuelve luz...

Bienvenides… a "Lo que aprendí del adiós"

Próximamente en versión PODCAST para que te abrace la voz... y te hables bonito.

Lo que aprendí del adiós

No fue solo perderte.
Fue perder todo lo que soñé contigo.
Lo que no llegamos a vivir.
Lo que creí que éramos.
Lo que nunca fuiste, pero yo me conté.

El adiós no vino de golpe.
Fue un goteo lento de ausencias.
De mensajes que dejaron de llegar,
de miradas que ya no preguntaban por dentro,
de promesas que se evaporaron sin hacer ruido.

Y dolió, claro.
Como duelen las cosas que no se quieren dejar ir.
Como duele el hueco que deja alguien que se habitó demasiado.

Pero un día, entre tanta pérdida,
algo cambió.

Me di cuenta de que, aunque te fuiste,
yo seguía.
Con heridas, sí.
Con preguntas sin respuesta. Si.
Pero de pie.
Respirando.
Sintiendo.
Escribiendo.

Y ahí, en ese silencio que dejaste,
empecé a escucharme.

A entender que no todos los que dicen amarte saben quedarse.
Que no todos los que te desean, te sostienen.
Y que no todo lo que termina, es error.
Es aprendizaje con forma de herida aparente.

Lo que aprendí del adiós
no fue cómo alejarme de vos.
Fue cómo volver a mí.

Que mi amor no era demasiado,
era exacto.
Que mi intensidad no era un defecto,
era una forma de vida.
Que mi entrega no me hacía frágil,
me hacía real.

Y que el amor más profundo,
el más necesario,
el que nunca debería faltarme,
es el amor propio.